domingo, 9 de diciembre de 2012

Los peligros de la obediencia


¿Sería aceptable considerar la desobediencia como una virtud o un signo de personalidad e independencia?




En este vídeo, se realiza una representación de lo que fue el 'Experimento Milgram' en 1963, que en realidad fueron una serie de experimentos de psicología social llevados a cabo por Stanley Milgram, psicólogo en la Universidad de Yale y más tarde descrito en un artículo de la revista Journal of Abnormal and Social Psychology. Tal experimento pretendía medir la disposición de un participante para obedecer las órdenes de una autoridad, aunque estas órdenes pudieran entrar en conflicto con su propia conciencia personal.

Lo que inspiró a Stanley Milgram, fue el caso de Adolf Eichman, lugarteniente de Hitler y el mayor ideólogo del Holocausto judío, que una vez juzgado en Jerusalén declaró ''Nunca perseguí a los judíos con avidez ni con placer. Fue el gobierno quien lo hizo. Acuso a los gobernantes de haber abusado de mi obediencia''. Ante esto, Milgram se preguntó cómo era posible que una persona común y corriente, sin especial odio hacia los judíos pudiera contribuir activamente en el Holocausto, sólo por haber recibido órdenes.

#Adolf Eichman en su juicio por crímenes contra la humanidad.


Todo comenzó con un anuncio en el periódico en el que se pedían voluntarios para un ensayo sobre el estudio de la memoria y el aprendizaje. Los voluntarios que se presentaron eran de distintas edades al igual que clases sociales y formación académica, a éstos se les ocultó el motivo real del experimento. Una vez allí, los dividieron por parejas y le asignaron a cada uno un rol, el de profesor y el de alumno. El trabajo del profesor consistía en administrarle una descarga eléctrica al alumno cada vez que fallara una pregunta, éstas comenzaban en 15 voltios e iban aumentando en 30 niveles, es decir, hasta 450 voltios.






Al comenzar el experimento el profesor recibía una descarga de 45 voltios para ver a lo que el alumno iba a someterse. Lo que ellos no sabían era que en realidad los alumnos eran actores y ninguno de ellos iba a recibir ninguna descarga, solo a aparentarlo. A partir de ese momento comienzan las preguntas y a medida que aumentaba el grado de dificultad, aumentaba el voltaje de las supuestas descargas. Algunos de ellos, al oír los gritos de dolor de los alumnos, decían que no se hacían responsables de lo que allí ocurriese, pero si el maestro se negaba a continuar, el investigador en ningún momento le obligaba, solamente le indicaba que debía continuar con el experimento o que era de suma importancia su colaboración y si después de eso el maestro se negaba a continuar, se suspendía el experimento. Si el maestro no se detenía y llegaba hasta el final, el máximo era una triple descarga de 450 voltios. Parece difícil de comprender cómo el 65% de los participantes llegaron al final de la prueba pues a partir de los 300 voltios el alumno dejaba de dar signos de vida y podía entrar en coma o perder la vida. 
El experimento de Milgram fue criticado, diciendo que los participantes habían permanecido engañados, sin embargo 4 de cada 5 voluntarios expresaron su satisfacción diciendo que se deberían realizar más estudios de este tipo para descubrir cosas que influyen de tal manera en nuestra sociedad. Después de tantas atrocidades a lo largo de la historia de la humanidad deberíamos plantearnos todos el hecho en el que está construida la sociedad, una sociedad que fomenta la obediencia a la figura del poder por encima del pensamiento individual.

Al conocer los resultados de este experimento, nosotros nos alarmamos, aunque se han vuelto a realizar ensayos similares y los resultados no cambian en absoluto. 

Entonces, en una situación parecida, ¿seríamos capaces de hacer algo tan terrible simplemente por el hecho de no cubrir con las responsabilidades de los actos y por lo tanto no tener cargo de conciencia?, ¿o podríamos enfrentarnos a la persona ejercitante del poder y hacer así lo que nos pareciera correcto, por lo tanto desobedeciendo?